VIII. APOCALIPSIS
- LIBERACIÓN - LA MAGIA DE SER FELIZ:
“YO SOY LA RAÍZ Y LA DESCENDENCIA DE
DAVID,
LA ESTRELLA RADIANTE DE LA MAÑANA”
(Ap 22,16)
MENSAJE A LAS SIETE IGLESIAS
Ap 1,9-3,22
Juan
hermano en la tribulación, así se identifica quien tiene la experiencia
revelada por el Testigo Fiel, la identidad que adquiere es garantía para que su
testimonio sea creíble en las comunidades que al igual que él sufren en la
tribulación. Él se presenta como el hermano
porque está unidos a Jesús en el sufrimiento junto con los demás
hermanos que están en las comunidades y por causa del anuncio del Reino de Dios
son perseguidos o desplazados, pero sin perder las esperanzas son animados para
soportar los padecimientos por el anuncio del mensaje de Dios que ha sido
revelado de Dios en Cristo Jesús y Él lo revela a la comunidad de creyente por
medio de Juan[1].
Allí
en medio del destierro se encontraba Juan en la Isla de Patmos: Isla pequeña y
rocosa del Mar Ageo, al sudeste de Éfeso, en esta isla los romanos deportaban a
algunos de sus presos políticos. Muchos
de estos presos eran personas que se encontraban en confrontación contra el
imperio, esclavos rebeldes, o de la aristocracia que no comulgaban con la
política sociales o religiosas, para alejarlo de las comunidades del Asís menor[2].
El autor es quien
está entregado a la Palabra de Dios que es la expresión de Dios en el Antiguo
Testamento manifestada por Cristo que es en persona el testimonio de la Palabra
de Dios (Ap 1,10) El que anuncia en tribulación la Palabra de Dios da
testimonio de Jesús; es perseguido incluso muchos se alegrarán porque creen que
al entregarlo para el martirio darán culto a Dios: “ Si a mí me han perseguido, también a
ustedes lo perseguirán; y si han hecho” (Jn 15,20; Mc 13,13; Mt 5,10-12; 10,17-18.22; 24,9-11; Lc
21,12-13) La palabra hace al seguidor testigo del Señor Resucitado por lo
que es perseguido.
Las revelaciones que
se empiezan a narrar se dan en el día del Señor, día de la resurrección, día
pascual, día litúrgico, primer día de la semana en que se conmemora la Resurrección
de Jesús (Mc 16,2; Mt 28,1; Lc 24,1; Jn 20,1)
el día en que la comunidad se reúnen para partir el pan en memoria de
Cena del Señor: “El primer día de la
semana nos reunimos para partir el pan” (Hec 20,7) lo cual nos va indicando
que el Apocalipsis es un libro litúrgico que se lee cuando se reúne la asamblea
para compartir el pan en memoria de la Resurrección de Jesús.
Y el autor del apocalipsis queda
bajo el poder del Espíritu Santo, queda en éxtasis, pero un éxtasis revelatorio,
esto es rasgo característico de los profetas, Juan se siente y se presenta como
un profeta que ha recibido el espíritu de profecía (Ap 19,10) que ha sido
enviado para anunciar lo que ha de suceder pronto (Ap 22,6) Y este contacto con
el Espíritu, es con el contacto del Espíritu del Resucitado que sucede en el
día del Señor (Ap 1,10; 4,2; 17,3; 21,10).
En este día escucha una fuerte voz
como un toque de trompeta, esta voz es revelatoria es la voz de Cristo
glorificado que dice y revela: “Escribe
en un libro lo que ves, y mándalo a las siete Iglesias de la provincia de Asia:
a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sacerdes, Filadelfia y Laodicea” (Ap 1,11-12)
(Véase Ap 1,4. P. 7-14).
Apocalipsis encuentro
litúrgico revelatorio
Ap 1,12-15
Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba;
Y al hacerlo vi siete candelabros de oro,
Y en medio de los siete candelabros vi a alguien
Que parecía ser un hijo de hombre,
Vestido con una ropa que le llegaba hasta los pies
Y con un cinturón de oro a la altura del pecho.
Sus cabellos eran blancos como la lana, o como la nieve,
Y sus ojos parecían llamas de fuego.
Sus pies brillaban como bronce pulido, fundido en un horno;
Y su voz era tan fuerte como el ruido de una cascada.
El Apocalipsis es la
expresión litúrgica de Cristo en la Iglesia, (V 12-15) En estos versículos se
narra esta expresión cultual propia de la acción litúrgica que poco a poco se
fue desarrollando en las comunidades de los primeros siglos. Las Iglesia se
fueron constituyendo en el ejercicio litúrgico[3].
Las Iglesias se configuraron a través de la liturgia que consistía en la
escucha de la Palabra de Dios y en la participación de la Fracción del Pan o
Cena del Señor que las comunidades recibieron por la tradición dejada por el
Señor, celebrado y difundido por los misioneros:
Porque yo recibí esta tradición dejada por el Señor, y que yo a mi vez
les trasmití: Que la misma noche que el Señor fue traicionado, tomó en sus
manos pan y, después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo: “Esto es mi
cuerpo, que muere en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí”. Así
también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: “Esta copa es la
nueva alianza confirmada con mi sangre. Cada vez que beban, háganlo en memoria
de mí. De manera que hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada
vez que comen de este pan y beben de esta copa” (1Cor 11, 23-26).
Esta tradición
litúrgica ha sido ejercida en las siete Iglesia nacientes a la que va dirigida
este libro (Cfr. Ap 1,11) en el que se les recuerda la fidelidad en Jesús
resucitado el cordero en medio de los candelabros ya que Él se presenta como la
liturgia resplandeciente del Padre simbolizada en los candelabros (Meroná –
Cfr. V4d- P.19)[4] Jesús es el nuevo candelabro litúrgico
mostrado a las Iglesias, ellos estaban de espaldas y no lo veía, pero al volver
la mirada y ver de quien era la voz descubren el nuevo Altar en medio de los
candelabros. Jesús es el nuevo Altar de Dios. Él es el nuevo culto y reemplaza
los cultos paganos – idolátricos de las Iglesias nacientes en el Altar donde se
dará el único sacrificio de redención para nuestra salvación, allí está como un
Hijo de Hombre (Cfr. P 25 V7).
Símbolos
litúrgicos:
V 13: … Como un Hijo de Hombre, vestido con una túnica talar y ceñido al talle con un cinturón de oro.
El Hijo de Hombre (ὅμοιον υἱὸν ἀνθρώπου) tiene un carácter de Juez escatológico (Cfr. Dn 7,13-14; 10,5-6), refiriéndose al juicio amoroso del Padre que se dará en el futuro, en la plenitud del reino de Dios de acuerdo a lo que hayamos construido en la tierra en la relación de adhesión al Mesías.
… Vestido con una
túnica tallar: “Y así sea consagrado como mi sacerdote. Las
ropas que han de hacer son estas: El pectoral, el efod[5],
la capa, la túnica bordada, el turbante de lino y el cinturón” (Ex 28,3b-4.5-8;
29,5) Esta es la vestidura de la pureza, del que está sin mancha, sin
pecado (Zc 3,4) El Hijo del Hombre es el portador de esta vestidura, porque ha
obrado con recta conducta delante de Dios: “Se
le ha permitido vestirse de lino fino, limpio y brillante, porque ese lino es
la recta conducta del pueblo santo” (Ap 19,8; Is 52,1).
… Ceñido al talle con
un cinturón de oro: El
cinturón símbolo de reinado y de dignidad, como propietario de todo lo que este
a su alcance, dueño y señor de lo recibido por el Padre: “Le envió un broche de oro, como se acostumbre a dar a los parientes
del rey, y además le dio en propiedad la ciudad… Con todo su territorio” (1Mb
10,89; 11,58) Ceñir la vestidura blanca con oro es símbolo de purificación
y de su reinado sobre toda la creación antigua, presente y futura.
V 14: Su cabeza y sus cabellos eran
blancos, como la lana blanca, igual que la nieve; sus ojos se asemejaban o
llamas de fuego.
… Su
cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana blanca, igual que la nieve: La eternidad le corresponde a Él y
la sabiduría - la ciencia divina son suyas y la ha trasmitido a la Iglesia
sufriente con una voz de esperanza y por eso hemos vuelto a ver quién nos
hablaba: “Seguí mirando, hasta que fueron
puesto unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve,
y su cabello como lana limpia” (Dan 7,9) En Él reside toda la sabiduría
recibida desde un principio por el Padre, en Él se ha encarnado la sabiduría
que viene de arriba del Trono de Dios: “Porque
yo no hablo por mi cuenta, el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo que
debo decir y enseñar” (Jn 12,49) Es la sabiduría de Dios encarnada desde el
principio en el Hijo (Cfr. Jn 1,1-14).
… Sus
ojos se asemejaban o llamas de fuego: El Señor en su sabiduría se acerca al corazón
humano: “Yo, el Señor, que investigo el
corazón y conozco a fondo los sentimientos; que doy a cada cual lo que se
merece, de acuerdo a sus acciones” (Jr 17,10) Es quien da ojos de fuego al
testigo fiel como Hijo de Hombre para que penetre los corazones de las Iglesias
y sondee sus intenciones de perseverar en el error o de buscar un camino de
conversión: “Yo conozco hasta el fondo la
mente y el corazón” (Ap 2,23).
Este fuego que sale
de sus ojos: “Y un rio de fuego salía de
delante de él” (Dn 7,10a) entra en la profundidad de la comunidad de
seguidores que ha empezado a purificarse con la mirada penetrante e hiriente
del Señor: Penetrante porque llega a lo profundo de nuestros corazones para ser
bautizados en el fuego: “Yo he venido a
prender fuego en el mundo; y ¡Como quisiera que ya estuviera ardiendo! (Lc
12,49) Que separa buenos y malos: Hiriente, porque quien no pone su
confianza en el Señor es herido de muerte por su pecado ya que pone su
confianza en los ídolos humanos: “El
Señor dice: Maldito aquel que se aparte de mi corazón, que pone su confianza en
los hombres y en ellos busca su apoyo” (Jr 17,5) Alejándose del Señor que
mira con ojos de fuego para escrudiñar las entrañas del se ser humano (Cfr. Rm
8,27; Sal 26,2; Jr 20,12).
V 15: Sus pies brillaban como bronce
pulido, fundido en un horno; y su voz era tan fuerte como el ruido de una
cascada.
… Sus pies
brillantes como de bronce pulido: El metal representa la estabilidad que debe
tener quien habla con autoridad. En Daniel representa la idolatría destruida
por la intervención de Dios (Cfr. Dn 2,35-41) Aquí es la estabilidad de quien
viene en nombre de Dios. En Daniel es hierro con arcilla-barro: “Los pies de hierro mezclados con barro” (Dn
2,3) En Apocalipsis es Bronce Pulido, son los pies del mensajero que
anuncia la gran noticia Dios ha empezado a reinar mostrando su salvación a
todas las Iglesias:
¡Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la
paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia que dice a Sión: Tú
Dios Reina! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara
al Señor que vuelve a Sión. ¡Estallen en gritos de triunfo, ruinas de
Jerusalén, porque el Señor ha tenido compasión de su pueblo, ha liberado a
Jerusalén! El Señor ha mostrado su poder a la vista de todas las naciones. Por
toda la tierra se sabrá que nuestro Dios nos ha salvado (Is 52,7-10).
La salvación se da
con el sacrificio del Cordero en el nuevo Altar, puerta de entrada al verdadero
culto a Dios: “Hizo asimismo una pila de
bronce, con su base de bronce, además de los espejos de las mujeres que servían
a la entrada de la tienda del encuentro” (Ex 38,8) para que el Señor
estuviera a la vista del pueblo durante su viaje hacia la tierra prometida: “A lo largo de todo el viaje de los
israelitas, y a la vista de todos ellos, la nube del Señor estaba sobre el
santuario durante el día, y durante la noche había un fuego obre él” (Ex 40,38;
Cfr. 1R 8,10-11; Is 6, 4; Ex 43,4-5; Ap 15,8) Allí se da a conocer a todas
las naciones y sus pies colocan los verdaderos cimientos de la Nueva Alianza
que rompe con toda clase de culto idolátrico. Y así podamos continuar nuestro
viaje hacia la nueva tierra de Dios, la tierra de la promesa dada por Jesús, la
eternidad, donde se llegará a la realización plena de la vida en la paz y la
justicia perdurable.
… Fundidos en un horno: Pasa por la purificación del fuego, ha sido ungido en el fuego del Bautismo
(Cfr. Lc 12, 49-50) y de la Cruz: “Ahora
mi alma está turbada. Y ¿Qué voy a decir? ¡Padre líbrame de esta hora! Pero ¡Si
he llegado a esta hora precisamente para esto! (Jn 12,27-28a) Y a pesar de
esta angustia Jesús sigue de pie, se mantiene firme y la comunidad que pasa por
este bautismo ha de purificar su vida en el crisol para que reluzcan sus
vestiduras y se mantengan en pie dando testimonio del Resucitado.
Nuestra fe es sometida a pruebas y
Dios va moldeando allí nuestro carácter, nuestra capacidad de fidelidad. El oro
pasa por grandes temperaturas y luego es sometido a grandes golpes para
adquirir su figura crece su valor, el diamante para ser pulido pasa por un
proceso de fricción y adquiere su valor: “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro,
el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, Gloria
y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1P 1,7) Porque en la prueba somos vulnerables y susceptibles a
cambios en el horno de la aflicción y sin embargo nuestra esperanza ha de ser
firme y debemos mantenernos de pie con pies de metal y no con pies de barro: “Y meteré en el fuego a la tercera parte y
los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El
invocará mi nombre, y yo le oiré y diré: Pueblo mío; y él dirá: Yahveh es mi
Dios” (Zc 13,9).
Dios es la fuerza inquebrantable que nos habla con voz potente para
que demos la vuelta a la adversidad, la adversidad no debe mirarse con
desventura y mucho menos como menosprecio de Dios hacia nosotros, sino la mano
y la voz que nos levanta aunque hayamos caído: “No temas, soy yo” (…) “No temas por lo que vas a sufrir” (…) Mantente
fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 1,17. 10) Muchas
veces la adversidad, el sufrimiento, el dolor se convierte en fortaleza, al dejarnos
moldear por la Palabra fuerte del Señor tendremos el valor que Dios dio al Hijo,
no es el valor de la humanidad, que traiciona y engaña y se llena de gloria
despreciando a sus hermanos. Busquemos a Dios, Dios no abandona a sus hijos que
obran en fidelidad:
“Por
lo general, las oportunidades son vistas como adversidades. Las adversidades
pueden ser bendiciones, las crisis están llenas de oportunidades. Si alguien
bloquea la puerta no gastes energía en la confrontación, busca las ventanas.
Recuerda la sabiduría del agua: El agua nunca discute con sus obstáculos, sino
que los rodea” (Anónimo)
… Y su voz era tan fuerte como el
ruido de una cascada: La voz del Resucitado, es la voz que transforma los corazones de los
seguidores que resuena en los oídos de todos los pueblos. Él es la voz que se
pronuncia a todas las iglesias para que sean resonancia de las maravillas del Señor: “Escucha atentos el trueno de su voz, el estruendo
que sale su boca; lanza su rayo bajo el cielo y alcanza los confines del orbe;
retruena tras él su voz, retumba de forma soberbia; y ya no retiene sus rayos
en tanto resuena su voz. Truena Dios con su voz prodigiosa, él hace maravillas
que ignoramos” (Job 37,2-5).
El pueblo que escucha atento discierne el caminar
del Señor, no pone obstáculos a su voz no tapa sus oídos, se deja rodear por el
Señor: “Parecido de aguas caudalosas” (Ez
1,24a) que va regando a su paso y dejando huellas en su recorrido, así es
la gloria de Dios que llega por todas partes: “En aquel momento la gloria del Dios de Israel llegaba por la parte de
oriente; emitía un ruido como de aguas caudalosas, y la tierra resplandecía de
su gloria” (Ez 43,2).
La voz que resuena como una cascada, seguirá
resonando porque los cristianos, siguen narrando su fe y su voz se alzará como
el ruido de muchedumbres en la gloria de Dios que el Cordero, el Hijo de Hombre
ha empezado a transmitir: “Y oí el ruido
de una muchedumbre inmensa, parecido al estruendo de aguas caudalosas, al
fragor de imponentes truenos. Decían: ¡Aleluya!, porque ha establecido su
reinado el Señor nuestro Dios todo poderoso” (Ap 19,6).
… En síntesis: Los
versículos 12-15, nos narran de una manera significativa el caminar litúrgico
del Apocalipsis recreado en las comunidades, que se van introduciendo hacia la
gran liturgia celestial en la que todos los que permanecen fieles al Señor
Resucitado gozaran de la dicha eterna de la gloria de Dios. Por otra parte
estos versículos son una explicación de la visión de Daniel que tiene un
carácter profético en medio de un pueblo que había perdido la esperanza y por
medio de signos apocalípticos-escatológicos buscaba la manera de aferrarse a la
antigua alianza y construir una nueva alianza que les indicara el camino hacia
la tierra de Yahveh:
“Levanté la mirada
Y vi a un hombre vestido de lino con un cinturón de
oro puro;
Su cuerpo parecía de topacio;
Su rostro brillaba como un relámpago;
Sus ojos eran antorcha de fuego;
Sus brazos y piernas, bronce bruñido;
Y el sonido de su voz, como clamor de multitud” (Dn
10,5-6).
[1] Sobre el autor del
Apocalipsis ver P. 5.
[2]
Sobre la estancia de Juan en Patmos, se testifica de fuertes tradiciones. Está
atestiguada por el Apocalipsis 1,9. Ireneo lo presenta como una realidad (Adv.
Haer. V 30,3; otros escritos como los de Hipólito, Eusebio, Tertuliano,
Clemente de Alejandría, Orígenes, dependen de la información de Ireneo para
hacer esta afirmación que el autor del Apocalipsis es el Apóstol Juan.
[3] La Liturgia es: “La liturgia es la cumbre a la que tiende la
actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su
fuerza. De la liturgia, sobre todo de la eucaristía, mana hacia nosotros la
gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella
santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la
cual las demás obras de la Iglesia tienden como fin” (S.C. 10). La palabra Liturgia viene del griego (leitourgia) y
quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por un individuo a la
comunidad. Hoy se usa para designar todo el conjunto de la oración pública de
la Iglesia y de la celebración sacramental. El Concilio Vaticano II en la
"Constitución sobre la Liturgia" nos presenta un tratado amplio,
profundo y pastoral sobre el tema. Citamos algunos conceptos para darnos una
idea de lo importante que es vivir la Liturgia, si queremos enriquecernos de
los dones que proceden de la acción redentora de Nuestro Señor. "La
Liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos
sensibles significan y cada uno a su manera realizan la santificación del
hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus
miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración
litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia,
es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el
mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" (SC 7).En
esta amplia descripción encontramos lo que es realmente la Liturgia. Señalamos
que: 1.-Es el ejercicio del sacerdocio de Cristo. Es decir, en la Liturgia,
Cristo actúa como sacerdote, ofreciéndose al Padre, para la salvación de los
hombres. 2.-Los signos sensibles realizan la santificación de los hombres en lo
que quieren decir. Por ejemplo, el agua en el Bautismo significa y realiza la
purificación y es principio de vida, el pan en la Eucaristía alimenta el
espíritu del hombre. 3.-En la acción litúrgica, Cristo y los cristianos, que
forman el Cuerpo Místico, ejercen el culto público.4.-Es la acción sagrada por
excelencia, que ninguna oración o acción humana puede igualar por ser obra de
Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o un grupo. Para asimilar mejor
los conceptos que nos revelan la importancia de la liturgia, citamos otro texto
del Concilio: "La Liturgia es la cumbre a la que tiende la actividad de la
Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza" (SC
14). (http://www.liturgiacatolica.org/respuestas/liturgia.html).
[4] Cfr. Se referencia a Ex
25,31-49; Zc 4,2.
[5]
Vestidura sacerdotal simple, como un delantal.
Llevaba 2 piedras de ónice en las hombreras, una a cada lado; con los nombres
de las doce tribus de Israel escritos en ellas, seis nombres en cada piedra. En el área del pecho se ubicaba
el pectoral, que iba adornado con piedras de ónice:
Estas piedras
preciosas son fácilmente reconocibles por su color negro brillante, pero
también son conocidas por su profundo significado y supuestos poderes
curativos. El significado y poder curativo son parte de las leyendas de estas
gemas, que se remontan a la antigua Grecia y Roma.
Otra definición: El efod o ephod es un vestido sacerdotal usado por los
judíos. Una de las vestiduras sacerdotales del Antiguo Testamento. Se llama en
latín superhumerale, porque caía sobre las espaldas, ciñendo las otras
vestiduras.
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