VII. APOCALIPSIS
- LIBERACIÓN - LA MAGIA DE SER FELIZ:
“YO SOY LA RAÍZ Y LA DESCEDENCIA DE
DAVID,
LA ESTRELLA RADIANTE DE LA MAÑANA”
(Ap 22,16)
“Les digo estas cosas para que no pierdan
su fe en mí. Los expulsaran de las sinagogas, y aún llegará el momento en que
cualquiera que los mate creerá que así presta un servicio a Dios…Les digo todo
esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán
de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido el mundo” (Jn 16,1-2.33).
V7: ¡Cristo
viene en las nubes! Todos lo verán incluso los que lo traspasaron; y todos los
pueblos del mundo harán duelo por él. Si amén.
…¡Cristo viene en
las nubes!: Expresión que el
profeta Daniel (Dn 7,13) utiliza para referirse a un hijo de Adam (וּבֶן־אָ֜דָ֗ם) Ben ´Adam (Cfr. Sal 8,5) o Hijo del hombre (כְּבַ֥ר אֱנָ֖שׁ) o un ser humano en Daniel 7,13. Pero con
la connotación de ser un ser superior a las demás creaturas, es un ser humano
criatura, es el Hijo de Hombre, en dignidad superior: “Cuando contemplo tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas
que has dispuesto, ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de
Adán para que te ocupes de él? Lo has hecho poco menos que un dios, de gloria y
esplendor lo has coronado, le has dado poder sobre las obras de tus manos; todo
lo sometiste bajo sus pies” (Sal 8,4-7).
Figura utilizada por Jesús para resaltar
su dignidad como Hijo de Dios que es el cumplimiento de la era mesiánica ya
anunciada por los profetas (Cfr. Is 53; Ez 17,22-24; otros) En Mateo Jesús enfatiza
en esta era mesiánica: “Aparecerá en el
cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearan el pecho todas las
razas de la tierra, que verán al Hijo del hombre venir sobre las nueves del
cielo con gran poder y gloria” (Mt 24,30; 16,27) O el regreso Mesiánico del
resucitado: “Pero les digo que a partir
de ahora verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo
sobre las nubes del cielo”(Mt 26,64; Cfr. Mc 13,26; Lc 21,27;1Cor 15; 1Tes
4,13-18).
ü
El Hijo del hombre vendrá entre nubes: La nube
es el sitio desde donde se desprenden las teofanías (Manifestaciones-
revelaciones- extraordinarias de Dios a su pueblo-) Ex 13,22; 19,16; Lv 16,2;
1R 8,10-11; Sa 18, 22; 97,2; 104,3; Is 19,1; Jr 4,13; Ez 1,4; 10,3; 2M 2,8; Mt
3,17; 17,5; Mc 1,9-11; 9,2-8; Lc 3,21-22; 9, 28-36;Jn 12,28; Hec 1,9. 11; 1P
1,16-19) La nube lugar de manifestaciones y de revelaciones.
…Todos lo verán
incluso los que lo traspasaron: Jesús
es levantado para atraer a todos hacia si (Cfr. Jn 3,14; 8,27; 12,32) quién lo
mire y crea se salvará. Y allí en lo alto de la Cruz se seremos testigos del
traspasado memoria escatológica del pueblo sufriente del antiguo Israel (Cfr. Zc
12, 10) que recuerda al siervo sufriente: “Nosotros
pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue
traspasado a causa de nuestras maldades, el castigo que sufrió nos trajo la
paz, por sus heridas alcanzamos la salud” (Cfr. Is 53,4-15) Pero que ha
triunfado en lo alto de su gloria y hasta los que lo traspasaron son testigos
(Cfr. Jn 19,34-37) de este acontecimiento.
… Y todos los pueblos del mundo harán duelo por él. Si amén: Él
es el Testigo- mártir- inmolado en la Cruz por el que se guarda luto: “Así como muchos se asombraron de él, al ver
su semblante, tan desfigurado que había perdido toda apariencia humana, así
también muchas naciones se quedarán admiradas; los reyes, al verlo, no podrán
decir palabra, porque verán y entenderán algo que nunca habían oído” (Is
52,15) Y los que asumen la Cruz son los Testigos que escuchan la voz de Dios y
dan la vida es el dolor, el martirio, pero no podemos entender el dolor, el martirio
por el dolor, ni el luto por el luto, el dolor. El martirio es camino de
purificación en el que crecemos y experimentamos cambios radicales nos
configuramos con Cristo- el Cordero inmolado-, del luto, del dolor, del llanto
se pasa al gozo y a la esperanza: “¡Señor,
haz que cambie de nuevo nuestra suerte, como cambia el desierto con la lluvia!
Los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría. Aunque lloren
mientras llevan el saco de semillas, volverán cantando de alegría con manojos
de trigo entre los brazos” (Cfr. Sal 125,4-6 Cfr. Sal 4,7-8; 127).
San Agustín interpreta que este salmo recrea el sacrificio
de los mártires que siguieron a Cristo en el Sermón 31:
El salmo cantado al Señor parece que atañe a
los santos mártires, pero, si somos miembros de Cristo, como en realidad
debemos serlo, entendamos que nos atañe a todos nosotros: Los que siembran
con lágrimas, cosecharán con alegría. Al ir, iban llorando, arrojando la
semilla; al volver vendrán con gozo, trayendo sus gavillas. ¿A dónde van y
de dónde vienen? ¿Qué siembran con lágrimas? ¿De qué semillas se trata? ¿De qué
manojos? Van a la muerte, vienen de la muerte; van cuando nacen, vienen al
resucitar: sembrando buenas obras, recogiendo un premio eterno. Así, pues,
nuestra simiente es todo lo bueno que hacemos; nuestros manojos, lo que al
final vamos a recibir. Si la simiente es buena, si las obras son buenas, ¿cuál
es el motivo de las lágrimas, siendo así que Dios ama al que da con alegría?.
Miren, en primer lugar, amadísimos, cómo
estas palabras atañen sobre todo a los mártires. Nadie ha gastado tanto como
quienes se gastaron a sí mismos, según señala el apóstol Pablo: También yo
mismo me gastaré por vuestras almas. Se gastaron a sí mismos confesando a
Cristo y cumpliendo con su ayuda lo que está dicho: Te sentaste a una mesa
suntuosa, sábete que conviene que tú prepares cosas semejantes. ¿Cuál es la
mesa suntuosa, sino aquella en que recibimos el cuerpo y sangre de Cristo? ¿Qué
significa sábete que conviene que tú prepares cosas semejantes, sino lo
que dice San Juan: De la misma manera que Cristo dio su vida por nosotros,
también nosotros debemos dar la vida por los hermanos? Miren cuánto
gastaron.
Pero ¿es verdad que perecieron,
habiendo recibido del Señor la seguridad hasta de un cabello? ¿Perece la mano
cuando no perece ni el vello? ¿Perece la cabeza cuando no se pierde ni un
cabello? Cuando no desaparece la
pestaña, ¿desaparece el ojo? Así, pues, teniendo esta gran seguridad, se
gastaron a sí mismos. Sembremos, pues, siempre buenas obras, mientras tenemos
tiempo, porque dice el Apóstol: Quien siembra escasamente, escasamente
cosechará. Mientras tengamos tiempo, no nos cansemos de obrar el bien a todos,
especialmente a los hermanos en la fe. E insiste: No nos cansemos de
hacer el bien, porque a su debido tiempo recogeremos la cosecha. El que se
cansa de sembrar no podrá gozar de la recolección.
¿Por qué, entonces, siembran con
lágrimas, si todas nuestras obras deben ir acompañadas de alegría? De los
mártires podemos afirmar ciertamente que sembraron con dolor, pues lucharon
aguerridamente y se vieron envueltos en grandes tribulaciones. Para consolarlos
en sus lágrimas, Cristo los trasfirió y transfiguró en sí mismo, y dijo: Mi
alma está triste hasta la muerte. Sin embargo, hermanos míos, me parece que
nuestra Cabeza se compadeció de sus miembros más débiles para que no perdieran
la esperanza ni, dado como es la fragilidad humana, se turbaran al acercárseles
la muerte, ni dijeran que ellos no pertenecían a Dios, pues, en caso de
pertenecer, estarían llenos de gozo. Por este motivo, Cristo dijo antes que
ellos: Mi alma está triste hasta la muerte. Padre, si puede ser, pase de mí
este cáliz. ¿Quién dice esto? ¿Qué poder? ¿Qué debilidad? Escuchen lo que
dice: Tengo poder para entregar mi alma y poder para recuperarla de nuevo.
Nadie me la quita, sino que yo la entrego y la recupero de nuevo.
Este Poder estaba triste cuando hacía
lo que no haría si no quisiera. Lo hizo por poder, no por necesidad proveniente
de su condición; porque él quiso, no porque el judío pudo. Así, pues,
transfiguró en sí mismo los miembros débiles de su cuerpo. Y quizá se dijo con
referencia a ellos, los más débiles: Los que siembran con lágrimas recogen
con gozo. Pues no sembraba con lágrimas aquel gran predicador de Cristo
cuando decía: Estoy a punto de ser inmolado y el momento de mi partida es
inminente. He combatido el buen combate, he llegado a la meta, he conservado la
fe; por lo demás, ahora me aguarda la corona de justicia, corona de
manojos; me aguarda -dice- la corona de justicia que aquel día me
entregará el justo Juez.
Como si hubiera dicho: me dará la
cosecha aquél a quien me entregué como semilla. Estas palabras, hermanos, en
cuanto se nos ha dado a entender, son palabras de persona contenta y alegre, no
de plañidera. ¿Acaso cuando las pronunciaba estaba llorando? ¿Acaso no era
semejante al que da alegremente, a quien ama Dios. Refiramos, pues,
estas palabras a los débiles para que tampoco se desesperen quienes han
sembrado con lágrimas, porque, aunque sembraron con lágrimas, pasará todo dolor
y llanto. Pasará también la tristeza que tiene fin y llegará la alegría que
carece de él.
Sin embargo, amadísimos, miren cómo
nos atañe a todos lo que está escrito: Los que siembran con lágrimas
cosecharán con gozo. Al ir, iban llorando, arrojando la semilla; al volver,
vendrán con gozo, trayendo sus gavillas. Escúchenme por si, con la ayuda
del Señor, puedo explicar cómo nos atañen a todos las palabras: Al ir, iban
llorando. Desde que nacemos estamos en marcha. ¿Quién se está quieto?
¿Quién no se ve obligado a ponerse en marcha desde que entró en el camino? Nace
un niño y, al crecer, está en marcha; su muerte es el fin del camino. Se ha de
llegar al final, pero con alegría. ¿Quién hay que no llore en este nuestro
camino en mal estado, cuando el mismo recién nacido comienza la vida con
lágrimas? Ciertamente, el recién nacido, cuando nace y de la angostura del seno
es arrojado a la anchura del mundo, pasa de la oscuridad a la luz. Y, no
obstante venir de las tinieblas a la luz, puede llorar, no puede ver. Pues esta
vida es tal que, si gozas aquí, teme que sea un engaño; cuando, en cambio, se
llora, ruega para evadirte del mal. A una tribulación sucede otra.
Los hombres ríen y los hombres lloran;
pero hay que llorar por lo que los hombres ríen. Uno llora sus pérdidas, otro
llora por la opresión que sufre, pues ha sido encarcelado; otro porque perdió
por la muerte a un ser querido. Uno llora por una cosa, otro por otra. ¿Por qué
llora el justo? En primer lugar llora por todas estas cosas, pues el justo
llora con sinceridad por los que estérilmente lloran. Llora por los que lloran,
llora por los que ríen, porque los que lloran por cosas vanas lloran
inútilmente, y los que ríen por cosas frívolas, ríen para su mal. El justo
llora siempre y, por tanto, llora más que los demás.
Pero vendrán con gozo, trayendo sus
gavillas. ¿Ves, pues, que un hombre justo esté alegre, cuando realiza una
obra buena? Efectivamente se pone alegre. Dios ama al que le da con alegría.
¿Cuándo, pues, llora? En el momento en que presenta sus buenas obras en la
oración. El salmo quiere recomendar las oraciones de los santos, las de los
peregrinos, las de quienes se fatigan en este mundo, las de los amantes, las de
los que lloran, las de quienes están suspirando por la patria eterna hasta que,
una vez vista, se sacien los que ahora se encuentran abatidos. Efectivamente,
hermanos míos, mientras vivimos en el cuerpo, somos peregrinos lejos del
Señor.
Un peregrino que no llora, no desea la
patria. Derrama lágrimas si deseas lo que aún no tienes. Porque, ¿cómo vas a
decir a Dios: colocaste mis lágrimas en tu presencia? ¿Vas a decir a
Dios: mis lágrimas fueron mi pan día y noche? Se han convertido para
mí en pan: consolaron al que gemía, saciaron al que hambreaba. Mis
lágrimas se convirtieron para mí en pan día y noche. ¿A qué es debido? Mientras
se me dice a diario: ¿Dónde está tu Dios? ¿Qué justo no ha derramado esa
clase de lágrimas? Quien no ha llorado, no ha lamentado ser peregrino.
¿Con qué cara llega a la patria quien
no suspiró por ella en el camino? ¿No es verdad que se nos dice a diario: dónde
está tu Dios? Aprended, hermanos, aprended a ser de ese reducido número.
Vivan bien, caminen por el camino de Dios y advertido que oíste: ¿dónde está
tu Dios? Serán felices si les toca
oírlo y desgraciados si son los que lo dicen. Pues cuando tratamos de defender
la fe cristiana y se nos arguye: «Vean que se predica el nombre de Cristo en
todas partes; ¿por qué abundan los males?», ¿qué se nos quiere decir sino: dónde
está tu Dios? Quien lo oye llora, porque quien lo dice perece.
Son las lágrimas de los hombres
piadosos, las de los santos, las que indican cómo es su oración. El piadoso
obra bien y está alegre; pero llora para obrar bien y llora porque ha obrado
bien. Al llorar pide obrar bien; al llorar recomienda la buena obra que ha
ejecutado. Son frecuentes las lágrimas de los justos, pero en el camino; ¿acaso
también en la patria? ¿Por qué no en la patria? Porque al llegar vendrán con
gozo, trayendo sus gavillas. Viene la felicidad, ¿acaso vuelven las
lágrimas?
En verdad los que aquí lloran vanamente,
sin razón ríen; íntimamente divididos por sus apetencias, lloran cuando son
engañados y, cuando engañan a los demás, saltan de gozo. Lloran también éstos
en este camino; lloran también ellos, pero no con gozo. Al volver vendrán
con gozo, trayendo sus gavillas. ¿Qué cosechan los que nada han sembrado?
Cosechan, sí, pero lo que sembraron. Dado que sembraron espinas, cosechan
fuego, y no pasan, como los santos, del llanto a la alegría: al ir iban
llorando, llevando la semilla; al volver vendrán con gozo; ellos pasan de
un llanto a otro llanto; del llanto con risa al llanto sin risa. ¿Qué les
sucederá, pues? ¿A dónde van a ir cuando resuciten? ¿A dónde si no a donde dijo
el Señor: Atadlos de pies y manos y arrojadlos a las tinieblas exteriores?
Ánimo, ¿qué más? ¿Habrá tinieblas,
pero no dolor? ¿Acaso las palparán, pero no las sufrirán? ¿Acaso estarán
privados de la vista, pero no sufrirán tormentos? De ninguna manera. No sólo
habrá tinieblas espesas; no sólo se les quitará la belleza de que gozaban, sino
que se les da también motivo para llorar. Para que no desprecies las tinieblas
tú, disoluto, seas quien seas; tú, que acostumbras no sólo a no sentirles
horror, sino a buscarlas para tus malvadas acciones y lascivos adulterios; tú,
que acostumbras a experimentar mayor gozo cuando la luz se apaga; para que no
las desprecies, sábete que no tendrás tinieblas tales que puedas gozarte en
ellas, en las que te alegres, en las que te deleites con los placeres de la
carne.
Aquellas tinieblas no serán de este
tipo. Pero ¿cómo serán, pues? Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
No fallará ni el verdugo ni el torturado; ni el verdugo se fatiga, ni el
torturado muere. Habrá, pues, lágrimas eternas para los que así vivieron; habrá
gozos eternos para los santos cuando al venir vendrán con gozo, trayendo sus
gavillas. En el tiempo de la recolección dirán a su Señor: “Señor, con tu
ayuda hicimos lo que nos mandaste; danos lo que nos has prometido”.
V8: Yo soy el
Alfa y la omega, dice el Señor, el Dios todopoderoso, el que es y era y ha de
venir:
… Yo soy el Alfa y la omega, dice el Señor: Jesús es el principio de la historia por Él Se hizo
todo y todo fue creado por Él: “Él estaba
en el principio con Dios. Por medio de Él, Dios hizo todas las cosas; nada de
lo que existe fue hecho sin Él. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de
la humanidad” (Jn 1, 2-4) Pero a la vez es el sentido último de la historia
y le da plenitud a la historia, Él es la primera y la última Palabra de Dios,
revelada, el apocalipsis es la última Palabra de Dios, la última Palabra de
Dios es Jesús. En Él se renueva todo (Ap 21,5) y les da plenitud a todos en
Dios.
… El Dios todo poderoso: El Señor es considerado el creador, el que libera, el
Dios que destruye a los enemigos, el Dios que discute con Job: “Yo soy el Dios todopoderoso” (Job 40,41)
Es el Dios que revela el Cordero a los perseguidos a los Testigos – Mártires - que dieron su vida por el Cordero: “Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso,
el que eres y el que eras, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a
reinar” (Ap 11,17).
… El que es y era y ha de venir (Véase comentario de
1,4c.).
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